Crash o la reinvención de una perversa sexualidad moderna

Hay algo del cine de Cronenberg que me parece entre profético (apocalípticamente hablando) y actual, y es esta tendencia a recrear una visión futurista particular, que personalmente me recuerda que "los artistas nos llevan un paso de ventaja", como decía Lacan.

Efectivamente, David Cronenberg no es un director de Hollywood, sino un artista, diríamos, un outsider. En su obra se puede reconocer al cuerpo y su transformación como un efecto de las torsiones psicológicas de los protagonistas.

En Crash, los cuerpos se confunden con los objetos de goce y las personas se confunden con los cuerpos, hay una atmósfera impersonal y fría donde no se pone en juego ninguna dimensión humana.

Creo que en la película se reconoce el "encanto" que tiene el goce como repetición mortífera: cuando uno dice "uno sufre de lo que goza", difícilmente pueda hacerse de una metáfora más clara que la excitante mortificación del cuerpo de Crash.

Así, se puede decir inicialmente que Cronenberg y que Crash, ponen en relive el objeto sexual por sobre el cuerpo, que para poder ser gozado tiene que pasar por la máquina, tener algo de ella. Y si uno agudiza la vista, podría formular la sentencia reversa, que la máquina (objeto), para ser gozada, necesita reemplazar al cuerpo. Problema de mucha actualidad si pensamos en el discurso capitalista y los malestares de la época.

El filme es un círculo que narra la transformación sexual de una pareja (se inicia la película confronándonos con lo que goza cada uno, como tarjeta de presentación), que culmina con la repetición (recreación) del momento donde cambia todo para ellos (la recreación como vertiente de repetición del goce), el un encuentro con la muerte de James, que los relacionará con los demás personajes, con una comunidad de goce en la que poco a poco se ven sumergidos.

Cronenberg acierta cuando plantea la vertiente mortífera del goce como la más seductora, y para hacerlo se ampara en un mundo donde la ley no existe (no hay un sólo policía en el film) y lo que impera es la urgencia por la satisfacción, una urgencia que acaba con la muerte, vista como el éxtasis donde se acaba todo, la búsqueda por que no pueda haber un más allá, esa ambición fálica que día a día se hace más actual, que fracasa, y se soluciona con la repetición: "para la próxima vez será".