Fragmento de un Encuentro Cualquiera

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Por un arranque de Anna Lía llegamos a Cusco, y por su olfato nos guiamos durante esa semana. Me dejé llevar allí de la mano, ruina a ruina, con vitalidad de montaña. Confié en su olfato, y en su mano, que de alguna forma me pasea siempre entre buenos encuentros: así llegamos a Urubamba por primera vez donde nos esperaba Flor, una mujer de amplia y feliz sonrisa que con voz amistosa nos dió la bienvenida detrás de unos árboles. -¡Pasa nomás!, gritó cuando, medio nervioso, golpeé con una moneda la cerca de metal mientras la empujaba no muy convencido de entrar. Anna Lía la abrazó cariñosamente, mientras yo esperaba mi turno. Me presentó y nuevamente al verla de cerca pensé que debía decididamente, con esa sonrisa, ser feliz.

Entramos a la chacra por un caminito desnudado por la costumbre de pasar siempre por allí, una estelita de tierra familiar que nos conducía por los escalones de piedra hacia dentro de una casa de ladrillos de barro, construída a la antigua usanza local, con manos de compadres y amigos.

-Siéntense a la mesa, mientras caliento algo de agua, dijo Flor, mientras caminaba a una cocina que era sólo un decir en el círculo sin separaciones que era la casa (a la altura ecuatorial de la circunferencia le levantaba una escalera de madera hacia un altillo donde los invitados disponen de dos habitaciones independientes, bajo las que hay, como únicas puertas del primer piso, baños, para hombre y mujer). Un hombre canoso se paró a recibirnos, - Te presento a unos amigos de Lima, Anna Lía y Eduardo, continuó Flor y puso el agua a hervir tranquilamente, ahorita estoy con ustedes.

La voz baja de Gopal nos saludó amablemente y su mano invita a sentarnos, ofrece su hospitalidad estirando un montecito de coca y cal; sus uñas estaban gastadas, astilladas como las raices de un arbol viejo, noté su conexión con la Tierra.

"El problema del hombre es su orgullo", sentencia Gopal a la mitad de la tertulia. Es un hombre delgado que nos escucha con atención de niño, viste una barba a medio crecer color cana y una trenza minúscula en el occipital izquierdo. -El hombre actual no acepta su insuficiencia, en su explicación del mundo se queda en lo material pero algo se le escapa, pretende desconocer que para que exista él es necesario que exista el otro, cuando rompe ese lazo hay un desbalance, una lucha que termina siendo autodestructiva. Se debe restituir el equilibrio, pues todo tiene una polaridad o un sexo, dividido está, macho y hembra, uno con el otro.

-El orgullo del hombre lo deja solo. Si uno se queda en lo material no podra acceder a eso que su conciencia quiere negar, eso que es él intrínsecamente, pero que es oscuro a la mirada. La ayahuasca conecta con esta parte absoluta del espíritu, con dios y la identidad de cada hombre como trascendente, le da una visión de su lugar en la tierra, la abuela, y el espíritu de la respuestas, que se encuentra dentro de cada uno. Es decisión de la persona ponerse en contacto con ello.

Me parece gracioso marcarle a él, que a fin de cuentas es un francés adoptado por las montañas del Perú, el parecido que encuentro con las leyendas celtas, y que me conteste con la tradición andina.

-Hay una conexión natural del hombre con el cosmos, y de allí un saber, que se manifiesta de diferentes formas en la antiguedad. En el ande hay representaciones como el ayni, donde se ve al hombre de brazos cruzados con una palma de la mano hacia arriba y la otra hacia abajo: así se piensa a cada individuo como un punto de tránsito, recibe con una palma y da con la otra: lo que tiene viene del otro, y eso tiene que devolverlo. Te repito, uno no es sin el otro, ¿pero qué vemos ahora?, el mercado nos ha dominado, nos dominan y nos dejan en soledad.

Llega Alí a la mesa y se sienta silencioso, elige hojas bonitas del cerrito de coca y nos ofrece 3 cada vez, con una reverencia a la hoja antes de ser entregada, como una hostia. Chaccchamos. Pregunto entonces por la diferencia entre lo suyo y la religión.

- Veo la religión como parte del mismo egoísmo. La dominación de un discurso sobre otro es del mismo orden que la competencia de uno sobre otro, que miente el hombre al decir que es natural. Si no recuerdo mal, acá llegaron los curas como primera herramienta de sojuzgamiento. Nosotros no imponemos nada, damos el espacio para que quien quiera venga y tenga una experiencia consigo mismo.

Alí toma la palabra calmadamente y su diente de oro brilla tosco. - El problema es que uno tiene que desear dos cosas, deshacerse de lo que uno cree que tiene en la "ilusión" material y desear otra cosa, saber, adentrarse a lo que nunca quiso ver.

Hablamos de pérdida y deseo, amo y saber. Fumo. Gopal chaccha sonriente, tiene la boca enterrada de sus palabras, cal y coca. Me doy cuenta de su consecuencia.

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